Una novela para leerla sin descansar... (libro en pdf, 171 aginas)

Madrid Espana 12 de Diciembre, 1750 Posada del Herrero

La crujiente, descolorida y desvencijada puerta de la mal oliente posada - con su macabro quejido de forzado testigo - dejo al desnudo las sombras de aquella pareja de amantes enloquecidos por la bacanal orgia que desenfrenadamente ya cabalgaba en sus podridas adulteras venas !!. Eran personas famosas e importantes, uno, Rey de Noruega, la otra, Reina de Inglaterra, invitados, sin sus repectivos conyuges, a una boda real en Madrid, ninguno de los dos fieles a si mismo, el arte del engano sus mas poderosas armaduras !!. Gustav V, Rey de Noruega, su ancho emplumado sombrero sombreando su varonil y aristocratico rostro - los rubies y esmeraldas de su enfundada espada relampagueando sin piedad en la sublime, lugubre y complice oscuridad de la posada - ferozmente atrapando la miniscula, angelicalmente diabolica cintura de su amante, Ana Victoria VI, Reina de Inglaterra, exclamo: " La mordaza del placer suele complacer "

- Y tambien puede corromper !.

- Recordar que eres mejor chantajista que esgrimista tiene sus ventajas !.

- Las espadas del chantaje se afilan con el veneno del corazon !. Hay lagrimas de gloria en el veneno de una traicion !.

...

La vieja bruja queria el dinero anticipadamente. Maria Cristina le tiro tres doblones de oro a sus sucios, esqueleticos pies, altaneramente ella le grito: -Comience su trabajo, no tengo mucho tiempo, son dos hermanas y viven en un castillo cercano, ya usted sabe a quien me refiero, si habla, la deguello !!

La vieja bruja, recogiendo los brillosos, fulgurantes doblones, con ojos descarnados saliendose de sus ahuesadas, decrepitas orbitas, exclamo: si se toma el brebaje se cumplira el maleficio, tiene sed ?

- Un vampiro siempre tiene sed !! deme lo que tenga !! me sabra a gloria !!

Un ano despues Orfelinato de St Jacques de Clairvaux Maria Cristina deposito cinco doblones de oro en las insaciables, corruptas, blancas y fragiles manos de la administradora del plantel, Mademoiselle Desiree Robau Landraux, con fingida voz, Maria Cristina, cubierta con lustrosa y centelleante negra capa a los pies y mascara de cuero curtido, tambien negra como la mala suerte, tapizando su frio, deshumanizado rostro, exclamo: me llevare a Margaux hoy mismo, usted nunca sabra mi identidad pero si se enterara de nuestras aventuras.